miércoles, 19 de noviembre de 2008

La acera, esa gran desconocida



Cada día es más dificil encontrar aceras en la ciudad. Parece que estén vivas y sean tan vergonzosas que se esconden debajo de los coches. Y es que la gente no las conoce. Cierto que no son muy proclives a la conversación, pero una vez que te conocen, las tienes como amigas para toda la vida. Por eso hemos de ayudarlas intentando que la única sombra que las cubra sea la de los árboles. Y que únicamente soporten lo que ellas pueden soportar: a los peatones.


¿Se imaginan que un grupo de personas se sentara (se "estacionara") en medio de la calzada, obligando a los coches a pararse o a tener que desviarse por otro camino? ¿Qué tiempo tardarían los agentes del orden en disolver el grupo en aras del mantenimiento del orden público?


Pues exijamos igualdad de derechos. Que la grúa se lleve a los coches que invaden las aceras porque molestan e interrumpen el normal "tráfico" de peatones por las mismas. No es muy complicado: vayamos cada uno por donde nos corresponde. ¿Verdad que es muy fácil de entender? Pues hay muchos que no lo logran y, sin embargo, aprueban el examen de conducir.

1 comentario:

Alfonso Saborido dijo...

Y es más, los peatones debemos también aprender a circular por las aceras. No se puede ir en paralelo, a paso tortuga, interrumpiendo el paso.
Lo digo porque en mi acera de mi calle, cuando vienes del super cargado de bolsas y quieres ir rápido, no puedes avanzar porque van dos personas andando, tan plácidamente, charlano y ocupando toda la acera, con lo cual, o te rias al asfalto, o dices, perdón, para que te dejen paso, o te pones muy cerca para agobiar y que te dejen pasar, trucos que se busca uno en esta ciudad de prisas...