jueves, 21 de mayo de 2009

La anchura de las calles en la época romana

Tras el incendio de Roma del año 64, Nerón ordenó que las casas destruidas fuesen reedificadas en línea y formando calles más anchas, limitando la altura de las casas y añadiéndoles porches en los frentes.

Itálica (Santiponce, Sevilla) fue construida siguiendo estas ordenanzas. Manzanas rectangulares con largo uniforme y ancho variable, se ubicaban en la retícula de calles de diversas anchuras en función de su jerarquía.

Las calzadas para caballerías y carros estaban pavimentadas con grandes losas y flanqueadas por amplias aceras de, aproximadamente, 4 m. Se ensanchaban mediante los porches continuos que se construyeron frente a las casas de forma que era posible moverse por la ciudad a salvo de las inclemencias del tiempo (excepto para cruzar la calle, claro está).

La dimensión de la calzada se estrechaba con el ancho de la calle ya que las aceras mantenían la anchura. Tenían calzadas de 8 m que correspondían a una anchura de calle de 16 m mientras que las calles secundarias de 14 m tenían calzada de 6 m. O sea, que en el peor de los casos dedicaban el mismo ancho para los peatones que el dedicado a carros y caballerías. En Itálica algunas calzadas principales tienen muy poco marcado en sus losas el paso de las ruedas de los carros, lo que indica un sistema preferentemente peatonal.

Para comparar, nuestra peatonalizada calle Larga tiene un ancho de 16 metros. La calle Porvera tiene unos 10 m de calzada dedicada al tráfico rodado y, como caso excepcional en el Centro, las aceras pueden medir 4 m. En algunas partes de esta calle la acera llega incluso a los 9 m de anchura.

Sin embargo, otras calles más modernas como la avenida Delicias, de un ancho considerable (más de 20 m), hay trozos de acera que no llegan a los 2 m.

Al final de la calle Honda (Barreras arquitectónicas), cuando desemboca en la Rotonda de los casinos, se nota perfectamente cómo se respeta el ancho de la calzada sacrificando el ancho de la acera, justo lo contrario al sistema romano, que hace ya más de dos mil años daba preferencia al peatón...

¿Por qué no aprendemos de nuestros antepasados, tanto para evitar lo malo como para quedarnos con lo bueno?

2 comentarios:

Alfonso Saborido dijo...

Plas plas plas, bravo por el artículo. Firmado: un enamorado de Itálica, y Bolonia, y Mérida, y Roma...

Víctor dijo...

En realidad, las calles que se construyeron en los ensanches del s.XIX y principios del s.XX eran bastante anchas teniendo en cuenta el tráfico para el que estaban previstas (de carros y más bien escaso), lo que permitía aceras amplias...seguramente con el ánimo de recuperar las anchuras de la antigüedad, perdidas durante la época medieval..¡Lo que no estaba previsto es que, un siglo después, nos diese a todos por salir de casa con mil kilos de metal entre las manos!