No tiene una relación directa pero asocio un artículo de Javier Marías (EL PAIS SEMANAL, 14/3/2010) titulado "Esa cara me suena" con el hecho protagonizado -la mayor parte de las veces- por politiquillos del tres al cuarto empeñados en aferrarse al cargo (al sillón) como a un clavo ardiendo, con tal de no perder protagonismo, poder, notoriedad y una sustanciosa nómina al final de cada mes, creyendo ser el ombligo del mundo.
Javier Marías se refiere a la rapidez con que olvidamos los rostros, una vez que sus propietarios pasan a un segundo plano de la actualidad mediática. Me quedo con una frase casi al final de su estupendo artículo, ¿Quién recuerda a quienes se sintieron casi omnipotentes un día? Todos deberían mirarse cada mañana en el espejo y decirse: "Estoy aquí para prestar un servicio y por mí mismo no soy nadie..."
Yo me refiero a un caso cercano en el tiempo. A un presidente de Diputación Provincial, alcalde de su pueblo y alto cargo dentro de su partido, se le ofrece un puesto de mayor responsabilidad dentro del mismo, pero debiendo renunciar a sus tres "obligaciones actuales". Esta persona ha decidido seguir tal y como está, declinando el ofrecimiento de su partido. Él sabrá. Yo ya he sacado mis propias conclusiones: si queremos dignificar la política, este tipo de personas debe desaparecer del ámbito público y dedicarse a su actividad privada (si es que la tiene, pues suele hacer de su actividad política una profesión).
Puedes escuchar la canción "Sillón de mis entretelas", de Aute, con fotos del Alcalde de Torrevieja (no viene a cuento, pero es lo que tiene youtube). O simplemente leer la letra de la canción picando aquí.
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