Me han tachado muchas veces de "sociata". Claro, eso es un insulto, y de los gordos, pues se trata de incluir a uno en el saco despectivo de los socialistas. Al igual que "pepero". Aunque la Real Academia lo clasifique de coloquial, nada más lejos de la realidad. Un insulto en toda regla.
¿Por qué esa manía de desprestigiar todo lo que huela política? Pero si la vida misma es pura política. Miedo me dan aquellos que dicen "yo soy apolítico" Prefiero antes a un pepero o a un sociata.
Bueno, a lo que iba. Yo soy socialista, no sociata. Que no es lo mismo. Igual que tampoco es lo mismo PSOE que PP, que eso lo dicen quienes, interesadamente, intentan demonizar la vida política. Se quiere dar la impresión de que el optar abierta y claramente por una opción -no ciñéndose como la mayoría a hacerlo en silencio y veladamente cada cuatro años delante de una urna- se pueda uno "ensuciar".
¿Es sucio entonces el luchar abiertamente por intentar que no se pierdan los derechos -y deberes- adquiridos a lo largo de años de lucha, o mantener la igualdad de oportunidades en un sistema que actualmente presiona hasta la asfixia para hacernos caer en el estado del bienestar de hace cincuenta años, que tenía de todo menos de bienestar?
Ahora hay muchos que pregonan su inmaculada posición porque no se rozan con nada relacionado con política donde todo es podedumbre y corrupción. ¿De verdad? ¿Y no es corrupción el vivir toda la vida del cuento -incluso en el ámbito privado- alcanzando puestos de privilegio donde se ha sido un total y peligrosísimo incompetente aplastando al compañero en beneficio propio? Todo aquel que se aprovecha de su posición en beneficio propio es un corrupto. Y puede que no tenga nada que ver con una posición política. También se puede dar en el trabajo, en la Asociación de vecinos o en la Hermandad.
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Así que yo estoy orgulloso de mi postura socialista -que no sociata- porque defiendo el interés colectivo frente al individual, porque lucho por no perder el nivel de estado de bienestar que hemos tenido hasta hace poco, en Sanidad y Educación especialmente, así como en derechos -y deberes- laborales y derechos -y deberes- de pensionistas. Y del sistema de libertades públicas. Y de la solidaridad. Y del bien común. Y de un mejor reparto de la riqueza (también de los impuestos que son precisos para mantener el estado del bienestar).