
Pero ojo. Pregunta antes el precio del trabajo, porque te puede costar más caro el collar que el perro, más caro el afilado que comprar un cuchillo nuevo. Más caro que ir al médico "por el dinero". Insiste, porque no te querrá decir el precio hasta que no haya terminado el afilado, encontrándote entonces en la tesitura de, o pagarle lo que pide, o regatearle, o llamar a la policía si no hay acuerdo. Si pasas por esa experiencia desaparecerán esos sentimientos nostálgicos de tu infancia escuchando su música tan característica, y desearás que no pase más por tu calle. Seguramente te comprarás un afilador en IKEA y santas pascuas.
Está bien que se recuperen oficios que están desapareciendo, pero sin intentar dar la "clavada" al más puro estilo del especulador inmobiliario.
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