Parece mentira que la gente (bueno, no toda la gente, pero mucha) sólo actúe correctamente cuando tiene la amenaza directa de la sanción. Vuelvo a reiterarme (no me importa) con la Pl de San Andrés, convertida en horas de entrada y salida de colegios en un aparcamiento, violentando impunemente el espacio claramente dedicado a los paseantes. Tiene que venir el guardia de la porra (dicho sea con todo el respeto) para evitar que nos portemos mal. El mismo día que tomé las fotos de la Plaza, esta vez sin coches que la invadieran, me llevé la gratísima sorpresa de cómo uno de los guardias locales apercibió educada y cariñosamente a un niño porque había dejado una botella de plástico en el suelo, indicándole dónde estaba la papelera. Y lo que es más curioso: los padres no han denunciado al guardia por acoso. Y es que la burbuja de protección con la que muchos padres envuelven a sus hijos puede llevar a situaciones enfermizas. Sé de un caso (prometo que es real) de una madre pedir a una de las profesoras de su hija el no corregir los exámenes con tinta roja, porque eso la estresaba mucho. Me estoy desviando del tema.
Desde estas modestas líneas se agradece la actitud de la Policía Local, tanto con los conductores como con los niños. Y a los conductores les pido que sean más solidarios con los peatones y respeten sus espacios. Deberían plantearse el hecho de llevar o recoger a sus hijos andando. Al tratarse de colegios concertados no deben vivir muy lejos de los mismos, a no ser que hayan hecho trampa con su domicilio en la matriculación, que de todo hay en la viña del señor.
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