viernes, 16 de octubre de 2009

Educación y autoridad

Hace unos días leí en un periódico local un artículo que hacía referencia a la pérdida de autoridad del maestro. En una entrevista a un Inspector de Educación se comparan casos de hace 40 años con casos actuales. En los años sesenta el alumno se cuidaba mucho de contar en casa cualquier reprimenda recibida en el colegio, pues automáticamente esta reprimenda se duplicaba: si no quieres arroz, taza y media. En la actualidad el profesorado por menos de nada puede recibir el insulto o la paliza de algún padre o madre malhumorados porque a su hijo le han apagado el móvil o le han llamado la atención por su falta de rendimiento académico, o por retirar a su hija de una zona de obras en el patio.

Si los padres nos ponemos tan vehementes, tan maleducados, o tan violentos en un intento -equivocado- de proteger a nuestros hijos, lo que se consigue es convertir nuestra convivencia en cada vez más agresiva, más salvaje, más maleducada. ¿Sabrán nuestros hijos distinguir lo bueno de lo malo? ¿Podrán soportar el hecho de no verse satisfechos de un capricho?

En el mismo periódico (el mismo día) leo un titular relacionado con la Policía Local: El SIP llama a su concejala "mentirosa, inepta y cacique". Por lo visto en un acto oficial anterior miembros de la Policía Local se manifestaron con pitos y petardos (cuyo uso está prohibido por Ley) reivindicando mejoras laborales. Por cierto, que este sindicato podría dar a conocer a la ciudadanía sus tablas salariales...

Que digo, que siendo quienes son los que se manifiestan (policías, agentes del orden), lo mínimo que se puede esperar de ellos es un comportamiento educado y legal, ¿no? Si la autoridad no cumple las normas, ¿cómo puede hacerlas cumplir? ¿Me podrán multar a mí a partir de ahora si yo les lanzara un petardo? ¿Me pueden multar si subo mi coche en la acera si es la Policía Local la primera que lo hace? Como dijo alguien: "-Un poco de por favor..."

1 comentario:

Myriam dijo...

Es cierto, los representantes de la autoridad a veces son los primeros en pasar por alto los reglamentos, por ejemplo los policías que patrullan la ciudad son lo que andan en contrasentido en las calles, los políticos que prometen disminuir los gastos excesivos se sirven unos sueldos exorbitantes y, como mecionas, los padres que quieren una mejor educación malcrían a sus hijos bajo la premisa mal entendida del respeto y la no-represión a sus hijos.

Todo radica precisamente en eso, en la educación, tanto de hijos como de padres. Saludos!